Arribo al estigma de estar vivo. Nos borran la ruta, nos quitan el manual, nos dejan desprovistos y desnudos, repletos de terror y credos. Habremos de arrastrarnos primero, suplicar luego, luchar incesante contra las potencias ajenas infamante pugna, conseguir la verdad última a ultranza pese a la inmediatez de ser la confusión yo mismo. Se cultiva el estertor secreto como arte fiel para las ocasiones. ¿Nomadía de la mortal duda o sedentarismo del ambigüo secreteo infinito?
¿Quién leerá esto y confluirá, y para qué?
Es legendaria ya la sensación en el entrevidas y otro estigma que atisbó en los mistéricos rincones del sueño que la verdad al fin me ha sido revelada. No mi verdad, ni una verdad, pero ella en base a merecer vía el sufrimiento y los esfuerzos.
En base a ir hacia ella, ella al fin optó venir a mi encuentro y esto fue, ya siendo.
Fue, como si de una jugarreta se tratara el total de ella, de pronto.
Podría ser esto ocasión festejil y proclamar vítores a cuatro vientos de no ser porque la verdad es más una purga existencial, tan brutal como lacónica, que un regalo divino.
He abierto los ojos, dejado atrás la enfebrecida visión del inframundo a mí revelada y ahora comprendo porqué estoy escribiendo esto. ¿Será esta mi razón de ser y no todo lo otro antes revisado? He abierto los ojos y veo nítida la verdad ante mí y aún sigo vivo.
Este es el momento de revelarla para el que intrépido y astuto logre distinguirla en la historia aquí escrita: Mi historia.
Es extraño... estoy solo y sin embargo siento como si alguien junto a mí estuviera dictando...